Muy estimado Don Ernesto,
No tengo el placer de conocerlo en persona pero quiero hacerle saber que desde este asiento tiene un pedazo de su alma viviendo y luchando. Imagine tan solo como están las cosas por aquí. Claro, luego de muchas sorpresas, estoy seguro que se adaptaría rápidamente a ellas.
Le juro que no ha habido una tragedia como la del 9 de agosto a la que le haya prestado más atención. Los críticos abundan, los reyes sobran, las noticias vuelan y ya nadie entrega el corazón por otra cosa que no sea el egoísmo y el beneficio particular. Soy un caminante de su sendero, de su columna. Formare, si me lo permite, por Sierra Maestra, quizás por Valle grande o quizás la Higuera.
Hoy, el respeto , la moral de muchos no existe. Los pequeños detalles son los que importan, los que te demuestran quien está hecho para morir de pie y el radicalismo sirve como medio de traducción.
Antes mi sangre que la del inocente. Antes, que.
No se preocupe que seguimos avanzando Don Ernesto, porque “la revolución es algo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella”.
Atentamente,
Horacio Túpac